Yo me crie como cualquier niño afortunado con mis abuelos, como mucha gente mayor, ellos habían aprendido a respetar a los animales porque por aquellos tiempos no solo ofrecían compañía, algunos protegían el ganado y otros servían de alimento.
Mi abuelo me enseño muchísimas cosas de las que me siento orgullosa, y me enseño a respetar ante todo la naturaleza y los animales, entonces con apenas 2 años de edad ya compartía juegos con una perrita mestiza, Katy, que me acompañaría los siguientes 16 años.


A mi familia de perros se fueron uniendo más mascotas, mis hurones, mis conejos, mis chinchillas, mis gatos, mis tortugas, si alguno era abandonado sentía la obligación de ocuparme de él, puesto que sabía que yo jamás les haría daño. Mi sueño sigue siendo crear un refugio para dichos animales y algún día lo conseguiré.


Con el paso del tiempo decidí estudiar auxiliar veterinario para así conocer aun mas a mis animales y poder ayudarles cuando se encontraban mal, eso me llevo a ser técnico veterinario, peluquería canina y a montar una guardería canina en mi casa, donde recogí a unos cuantos perros más.
Con bastante desilusión, y no creyendo que hubiese hecho lo suficiente seguí buscándome un hueco en esta sociedad porque yo necesito trabajar cerca de los animales, me hace ser feliz, me hace sentirme bien y asi fue como encontré un hueco en una peluquería canina donde cada día hay algo que contar, donde puedo disfrutar de cada uno de los peludos, aconsejar a sus dueños , y sentirme terriblemente agotada pero feliz al final del dia.
Y cuando llego a casa muerta de cansancio deseando cenar, veo a mis bolitas peludas a mis pequeños que me esperan, que esperan su ración diaria de mimos o juegos, que siempre consiguen que me ría cuando dos hurones saltan como posesos por la cocina, cuando una chinchilla pega a otra en la nariz para que no le quite el trozo de manzana que le acabo de dar.
Y cuando al fin después de cenar, darme esa ducha me acurruco en el sofá junto a mi novio y suspiro mientras miro a mi perra descansando tranquilamente en su camita, y me pregunta
¿Por qué suspiras? No se que responder, solo sé que siento paz.
Por Noelia Perez
Por Noelia Perez
Yo también me crié con mis abuelos Noe, y tengo muy buenos recuerdos, les hecho mucho de menos, tenían una huerta y un poco prao y me crié entre animales durante toda mi niñez y mi vida.
ResponderEliminarPerros, un burro, gatos a montones, jilgueros etc.
Tus palabras me han recordado cosas muy bonitas, cuando un niño se cría rodeado de animales y se le enseña a respetarlos estoy seguro de que será una buena persona durante su vida, nuestra hija Tania ama a sus 3 perritas como no puedes imaginar, tiene 8 años y cuando vamos de paseo no puede remediar tocar cada perro que vé.
Saludos Astures.
La verdad que es un lujo criarse con animales y relacionarte con ellos desde que eres pequeño, gracias por pasarte, un saludin!!!
ResponderEliminarCreo que el hecho de que un niño se críe con animales y aprenda a quererlos, valorarlos y respetarlos, es una bendición y un privilegio fundamental. Hará que esa criatura al crecer, sea mejor persona, más generosa y sensible. Este gran blog es el ejemplo.
ResponderEliminarGracias por este post.
Un beso.
Muchas gracias Alberto, la verdad que es un privilegio criarse con animales y mis padres y abuelos me dieron esa oportunidad, lo quise hacer con mis fotos reales, pues desde que tengo uso de razon estuve rodeada de ellos.
ResponderEliminarun fuerte abrazo!